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jueves, 23 de mayo de 2013

Cuentos del Búho y de la Lechuza

-Amigo Búho, -dice la Lechuza- ¡No quieras pasar desapercibido!, estás ahí y sabes que te veo, ¿Puedes iniciar el vuelo hasta mi lado? Se que si bien puedes cuidarte bien sólo, no es bastante porque te necesito y yo no puedo cuidarme sola. No hablo de  los bienes materiales, hablo de la necesidad de abrazos, juegos, cariño, que sola no me es posible conseguir a tu lado. ¡Hummm, puedes decir!

Retrato de un búho de chillido del este

viernes, 1 de marzo de 2013

Cuentos del Búho y de la Lechuza

Con el ala rota.

La lechuza siente algo removerse por dentro, sin saber de qué se trata, sólo sabe que ha de salir del nido a cazar lombrices al tronco podrido, a pesar de la lluvia. No es el mejor momento, se dice a sí misma, pero sin embargo, ¿no demostró siempre una gran valentía?, bueno, no tan gran valentía, solo fue muy valiente en alguna ocasión, bueno, un poco valiente en alguna ocasión.
Dejándolo ahí, se volvió a decir a sí misma, ¿y qué hizo en esas ocasiones?, pues enfrentarse al miedo con esa gran valentía que la caracteriza...
Bueno, fue un poco valiente en esas ocasiones, ¿así que por cuatro gotas se iba a asustar? Nada de eso, y sin pensarlo más se colocó en la rama de salida y pensó que lo mejor, para evitar la lluvia, sería volar por la parte externa y bajo las ramas de las encinas, en lugar de a cielo abierto como haría en tiempo seco.

Dicho esto, levantó el vuelo, con un alza suspendido y alas medio extendidas. Esta poca extensión de alas, en forma de parábola, proporciona una relativa seguridad, si no fuera porque a la vez quiso salir con las patas adornadas con una ramita de olivo, tal y como suelen adornarse las lechuzas, pero no cuando llueve, ¡NO!
El caso es, que no sabemos si por este motivo, o bien porque llovía o bien por volar por debajo de las ramas de la encina, bordeando, hasta llegar al tronco podrido, el caso como digo fue, que el ala izquierda se enganchó en una rama que descendía desproporcionadamente, (¡qué palabra más larga, solo a  1 letra  de esternocleidomastoideo!, ¡a dónde vamos a parar!), cuando viró a la derecha a los dos escasos minutos de vuelo, ¡ZAS!, y lo que es peor, ¡RAAAC!.
Así es, primero el enganche y luego el desgarro, y por último el ¡CRAACCSS!
Como lo oís, nuestra querida Lechuza, cayó al suelo, de estar allí su querido Búho, hubiera volado a ayudarla y al verla en tan lastimoso estado, habrían salido lágrimas de sus ojos.

Pero la Lechuza estaba sola, o eso creía, así que si nadie la veía podía también dejar deslizar alguna lágrima también. Estaba así dándose tiempo para reaccionar, cuando se acercó una alondra pasajera.
-¿Se ha hecho daño?
-¿Es a mí?, ¡no, desde luego!
-La he visto caer, ¿quiere que le ayude? Podemos ir hasta ese matorral al abrigo.
-Bueno, gracias, la verdad es que me vendrá muy bien.
La Lechuza se apoyó en el grácil ala de la alondra hasta el matorral, en donde se recostó hasta que el reposo la alivió para remontar el vuelo.

De estar conmigo el Búho, me hubiera convencido de la temeridad, me hubiera ahorrado el trance. Pensando eso, levantó la vista al cielo, rogando a las nubes.



domingo, 9 de septiembre de 2012

La Lechuza está muy atareada, no hace más que llenar el granero del nido, el Búho pude venir de un momento a otro, también hay que orear, reparar y condicionar. No se permite un minuto la Lechuza que no sea de encadenar las tareas. Mira al cielo, escucha el rumor de las hojas y agudiza la vista. Viene el alba 
y el ala le cubre los ojos. 
¡Hasta pronto querido Búho!, susurra. "¿Me habrá oído?"

miércoles, 29 de agosto de 2012

Está oteando la Lechuza el cielo en su azul plomizo anunciando tormenta, por lo que se dispone a ajustar las hojas de la higuera y que conserven el calor del nido cuando desencadene, Ahora cubre encima con hojas  del cerezo que se yergue junto y que siendo resbaladizas al agua, evitarán se inunde el nido. Cuelga en la entrada una ramita de limonero, con un par de limones maduros para perfumar y alejar los insectos, si queda alguno después de la que se avecina.

Podemos estar así, 4 ó 5 días, se dice la Lechuza, en ese tiempo no tendré más remedio que ahuecarme  toda sola, las plumas y no pasar frío, puesto que aún no ha llegado mi querido Búho. ¿Decidirá venir?, ¿Quién sabe? No quiero ni pensar otra cosa, así que prefiero pensar que sí, ¡Todo es tan bello a su lado! ¡Qué bien!, El jazmín asoma por el sur del nido, cuando amaine la tormenta y vuelva a calentarse el aire, perfumará profundamente alrededor y si juntamente llega el Búho entonces, será perfecto. Estos son los pensamientos de la Lechuza, que se entretiene en su tarea, se remueve ansiosa y feliz, no sabe por qué, ilusionada y confiada. pero con un nudo en la garganta, pues hasta que no tenga al Búho delante no quedará tranquila para llorar de emoción.¡¡¡¿¿¿Síííí??!!!!!


sábado, 18 de agosto de 2012

La Lechuza sigue atusándose y acicalando, arreglando el nido, ajustando las ramas y creando un cobertizo, rellenando la despensa de grillos y cigarras, dos ratoncillos, hasta  cerezas de pastor, nueces, avellanas, flores perfumadas. El lecho lo rehace a diario, las hojas que estén secas, ventiladas, mullidas. Porque, se dice la Lechuza, sin base ni conocimiento, en breve llega mi querido Búho.

viernes, 17 de agosto de 2012

La Lechuza se acicala, atusa las plumas y las espulga, gira el cuello, lo estira para alcanzar mejor todas sus partes, del vientre, del pecho, de las alas. No hay noticias del Búho, pero el instinto va más allá que el conocimiento. La lechuza, detiene cada ciertos momentos esta tarea para oír al viento. Solo atenta al aire, su suave rumor, el fragor de las hojas de los árboles y el despertar de los animales diurnos con sus bostezos y también los bostezos quedos de los nocturnos que marchan a dormir cuando les sale el sol.  Todo pronuncia un sentimiento interno en la Lechuza, como una luz que se espande, que abraza y abriga a su amigo Búho, que sabe lo atrae como un imán y que alcanza el corazón del Búho como el otro polo, que va a correr despacio y firme hasta encontrarse de nuevo. ¡Por fin!
Abrazos, sonrisas, silencios, risas, ruidos, palabras. Se añoran.

sábado, 19 de mayo de 2012

Cuentos del Buho y de la Lechuza.

La Lechuza ha oído al viento. El viento le ha hablado y le ha susurrado. Una nota ha aparecido escrita en la nervadura de la hoja de roble, cosa extraña y reveladora.
La Lechuza ha visto la imagen del Búho en la hoja y se la ha insertado entre las plumas. Sonríe. ¿Qué haces, amigo Búho? Él oye al viento que también le susurra. La luna sale a despertarle. Sonríe.

jueves, 15 de diciembre de 2011

- ¡Hola!, dice la lechuza al viento, -¡llevad este mensaje al búho, mi mejor amigo, decidle que no se demore para compartir con él las auroras y los ocasos, la brisa y la fina lluvia, el calor y la dulce somnolencia de la siesta! El viento llevó el mensaje al búho que se lo pegó en la frente entre ceja y ceja. El búho echó un respingo, porque cuando un mensaje lo trae el viento, siempre se sufre un respingo. Erizó las plumas al sentirlo y abrió aún más los ojos, convirtiendo así, en imágenes mentales el mensaje y un hilo con una idea se forjó en el instinto que le mantuvo absorto y feliz, reconociendo esa felicidad a la de hacía años, no pudiendo evitarla. Sacudió las alas y supo qué tenía qué hacer, su instinto mandaba. El presente se ensanchó y se inició el futuro con la suavidad del alba, un futuro que nadie puede detener. Un hermoso futuro. El búho preguntó al viento:¿ Detrás de qué línea verde se encuentra mi hogar? Aunque ya sé donde se encuentra.

lunes, 4 de abril de 2011

Cuentos del Buho y de la Lechuza: Intermedio

De pronto sopló un fuerte viento que obligó al búho y a la lechuza a dejarse llevar por él, que los arrancó de la rama del árbol en donde estaban posados. El viento soplaba a 200 km./h, y no dejó de soplar durante 25 días.,al cabo de los cuales, casi ningún animal se encontraba en el sitio de origen de aquel vendaval.
La lechuza, en cuanto reaccionó, se dio cuenta que su amado búho no se encontraba a su lado, así que solicitó los servicios de la paloma, para que encontrara al búho, y le introdujo un mensaje en su pata para entregarle.
Pasaban las horas y la paloma no volvía, la lechuza permanecía atenta y en la puesta de sol quedaba extasiada con la vista fija en la lejanía.
Se dio cuenta de que más que una confesión de amor de su amado búho, lo que ansiaba con mayor fuerza era su compañía.

viernes, 1 de abril de 2011

Cuentos del Buho y de la Lechuza: El Pescador pescado y la Sirena cariñosa

¡Hola...!, querida Lechuza, pareceis extasiada.
-Desde luego mi querido Buho, es que estoy observando como empieza a declinar la tarde.
-Es principio de Primavera, por lo que tardará todavía en avanzar.
-Si y me encanta este momento en que las encinas y los robles comienzan a dorarse, cuando el sol desciende lentamente y el conjunto del bosque muestra por la calidad de la luz, la frondosidad en variadas gamas de verde.
-Me gustaría acompañarte en estos momentos maravillosos, pero no puedo mirar.
-¿Por qué?, querido Buho.
-Pues querida Lechuza, mi pensamiento está lejos como mi espíritu y me siento pesaroso, melancólico.
-No digais más, querido Buho, porque me haceis sentir también igual que vos.
-Parecemos querida Lechuza, el Pescador pescado y la Sirena cariñosa.
-Se esa historia, pero contadla, para que así podamos sacar, de poder ser, alguna conclusión que nos ayude.
-Está bien, ¡Ahí va!. Érase que se era, en un país lejano, en el que cuando se doraba la tarde, un Pescador, sin apenas un pescado en las redes, decidía volver a su casa a la orilla de la playa.
-¡Qué bonita estampa!
-No interrumpais, querida Lechuza, porque se pondrá el sol y no habré acabado el cuento.
-Ha sido sin querer, me callo.
-Pues, el Pescador, decidía volver a su casa con las redes casi vacías, apenas un besugo para la cena y un triste lenguado para la comida del día siguiente. Pero esto no era gran problema de no ser porque detrás de su casa vivía un Ogro, que se zampaba todo lo que pillaba sin permitir que el Pescador alcanzara casi nunca a comer lo que pescaba.
Así estaban las cosas y el Pescador ya daba por descontado lo que pasaría cuando llegara a la playa, como tantas veces el monstruoso Ogro esperaba su regreso para requisarle la pesca.
En estas cavilaciones se encontraba, cuando una Sirena que conocía los problemas del Pescador, le lanzó una caracola, que por refinada la forma en que había de sacarse al animal para comerlo, el Ogro la despreciaba, incapaz de extraerlo de la concha. Gracias a la caracola, el pescador pudo cenar y comer al día siguiente.
Pero a la Sirena le daba mucha pena el Pescador, así que no se quedaba conforme con esa ayuda, quería ayudar mejor, hasta conseguir que el pescador pudiera ser feliz y ahuyentar al Ogro.
La solución pasaba en derrotar al Ogro.
Una tarde cuando el Pescador era expoliado por el Ogro en la orilla de la playa, fue visto por la Sirena y en ese instante, se le ocurrió la idea.
A grandes males, grandes remedios, ¿no quería pescados el Ogro?, pues venga... A su silbido miles de peces salieron del agua y saltaron a la orilla, devorando al Ogro en segundos.
-¡Qué alegría!
-Desde luego, y también por la fuerza de la magia, consiguió la Sirena convertirse en Mujer, el Pescador arregló su casita y desde entonces que viven juntos y muy felices.
-Bueno, y ahora, ¿cual es vuestra pena?,!querido Buho!
-No lo se.
-Quizás, si me dijerais cuanto me amais, os sintiérais más aliviado.

jueves, 17 de marzo de 2011

Cuentos del Buho y de la Lechuza: El animoso escribiente y la asustadiza posadera

-Hola querido Buho, ¿cómo va?
-Bien, estimada Lechuza, no haceis muy buena cara ¿pasa algo?
-¿Que si pasa?, tengo miedo de lo que pase.
-¿Cómo vais a temer lo qué aún no ha sucedido?
-Me dicen que todo puede ser terrible, a partir de ahora.
-¿Por qué?, ¡uhyyy!, esto es como lo que le pasaba a la asustadiza posadera, suerte que llegó el animoso escribiente y todo se solucionó.
-¡De veras! y ¿cómo es esa historia?
- Pues sucedió en el País de las Maravillas...
-...¿Dónde está ese país?
-Sin interrupción, que hoy cuento yo el cuento, o ¿quieres que hoy te cuente el cuento de Rábanos tuertos, de sal y pimiento, querida Lechuza, o preferís que os cuente el cuento que hace un momento os refería, querida amiga?
-No, no, el que decíais, por favor.
-Muy bien,¡atención! En el País de las Maravillas vivía una Posadera siempre asustadiza, no porque no soñara, al contrario, si no porque pronto la asustaban con graves problemas.
-¿Muy graves?
-Mucho, pero eso no era motivo para asustarse, le dijo el Escribiente animoso que vivía con ella en la Posada. Los problemas siempre son relativamente graves, vereis, le dijo, hay problemas que no tienen solución y siendo muy graves no hay que pensar en ellos.
-Ya lo sé contestaba la Posadera, pero es que cada día se me suma uno más, que siendo más o menos grave su peso se suma a los anteriores y no puedo más.
-Bueno, dijo el Animoso Escribiente, es cuestión de coger el toro por los cuernos cada vez que se presente un problema.
-Sois muy valiente, sin embargo, todo son toros que deben saber que no me van las corridas y menos los problemas, todos me embisten como si fuera la causante de las desgracias ajenas, me reclaman por todos lados, me empeño en no pensar, solo mantener mis mejores sueños despiertos, para que me ayuden a solucionar los problemas, uno por uno.
-Eso está muy bien, seguid así.
-Me faltan fuerzas y temo que el menor día no pueda atender siquiera al cocido que se hace en la marmita o la lavandería de la posada, por tanto sufrimiento.
-No temais, nada pueden hacerte.
-¡Qué ánimos me dais más buenos!, vuestras palabras me animan a seguir un día más a pesar de que cada mañana o cada noche un mensajero trae un nuevo problema.
-Pues no recibais al mensajero.
-No puedo, soy persona muy responsable.
-pero estais sufriendo y sin embargo hay solución.
-¿cual?
-Confiad en quien os quiere, eso os dará los mayores ánimos.
-Lo se, pero estoy muy abatida.
-Está bien, como Escribiente animoso que soy, voy a escribir un correo que recibireis con un mensajero de aquí unos días, y así el maleficio quedará borrado para siempre, porque mi correo al contrario de los que recibís es muy bueno y os va a gustar.
-¿No quedareis contagiado de mis males con esa proeza?, hay quien piensa que es posible.
-No, a mi no pueden hacerme nada, escribo cada día cosas maravillosas, por el contrario de esos mensajes que recibís, así contrarrestaré los efectos, y vereis más claras las soluciones.
-De acuerdo, ¡cuánto os lo agradezco!
-¡Habeis entendido, querida Lechuza, que todo tiene solución!.
-Está bien que a la Posadera le escriba el Escribiente, pero ¡quien me envía a mi un correo!
-¡Yo mismo, que soy vuestro querido Buho!
-¡Oooh, corazón!, ¡gracias y que pronto lo reciba!
-Pues así: ¡Esta noche de Luna Llena, de luna lunera cascabelera, de hoja de lata, de pata de cabra, de brisa suave de besos de hojas, querida Lechuza, queridos amigos, soñemos unidos y hasta mañana cuando la Luna salga nos juntemos para otro Cuento!

martes, 8 de marzo de 2011

Cuentos del Buho y de la Lechuza: El Tímido Campesino y la Alegre Costurera

-Hola amiga Lechuza, ¿qué tal por aquí?
-Al abrigo del olivo he venido para observar la plenitud de la luna, amigo Buho.
¿A tí cómo te va?
-¡Va!, eso solo,
-¡Bah, no importa querido amigo! Siempre hablando como si no estuviera en tí el cambiar el futuro. Mucho anhelo cuando hablas, pero cuando tienes la oportunidad no te enteras que te están dando la mano. Igual, igual que el Tímido Campesino de nuestra Historia de esta noche brillante.
-Cuentame el Cuento, querida Lechuza, quizá ayudes a disipar mis temores.
-Eso mismo pienso hacer, querido Buho, ¡ahí que va! y a intentar sacar tu caparazón que más bien pareceis una tortuga.
-¡Oh, jo, jo!, ¡me teneis impresionado, comparándome con una tortuga!, a ver si es tan bueno tu cuento!
-¡Atención todos!, porque esto que voy a contaros sucedió no hace mucho en el Mundo de Nunca Jamás, más allá de las montañas, de los valles, de los ríos, de los mares...
Más allá por donde el sol sale, hay un lugar rodeado de bellos parajes, de lindas mañanas y en donde las frutas crecen en los árboles y las gentes sonríen al despertar.
-¡Bello lugar ese, sin duda!
-No me interrumpais amigo Buho, porque teneis que saber que allí y a pesar de tantas magnificencias de la Naturaleza...
-¡...será en otro planeta...!
-...¡os contará el cuento vuestra tía la Rita como interrumpais de nuevo, jocoso amigo!
-¡Qué talante!
-Pues sí, os amo, querido Buho, pero poned mayor atención, ¡el Cuento sucede en un lugar en el pasado y a la vez en el futuro, un lugar atemporal y real al mismo tiempo, en donde los corazones se levantan por el amor!
-Entonces sí que me lo creo, si es por amor.
-Entonces, queridos todos, en ese fabuloso país, todos vivían felices, menos el Tímido Campesino, ¡ay!
Anhelaba el amor de la Alegre Costurera que cuando cantaba los pájaros le hacían coro y mientras cosía el arroyo chispeaba, los peces brincaban y las hojas de los árboles la abanicaban, pues sentada a su sombra cosía y cosía durante largas horas.
El Campesino no sabía cómo declararle su amor, pues se sentía torpe y no merecedor de su cariño, craso error el suyo, pues si la Costurera cantaba era porque bien sabido es que quien canta su mal espanta, por lo que deseaba ser amada por su Campesino querido.
-Cierto, pero siendo así, y perdona que te interrumpa amiga Lechuza, si no tuviera mal que espantar, ya no cantaría esas hermosas melodías, luego, mejor sería que siguiera sufriendo, en pro del arte, quiero decir.
-¡Nada más erróneo!, pues siempre podemos lamentarnos por los males ajenos o colectivos que siempre los hay, observad los telediarios, y no por los más íntimos y personales, que estos bien pueden ser dichosos, si a eso os referís en cuanto al arte. No es que deseara la Alegre Costurera el mal de nadie, eso no. Es más, el Arte bien puede ser alegre.
-¡Oh!
-Llegados a este punto de vértigo, nuestro Tímido Campesino no levantaba cabeza por su abatimiento. Un buen día sacó a la zaga la conversación con un viejo amigo, para ver si este podía ayudarle. El amigo, como tal le animó diciéndole que no hiciera nada que no deseara.
-¡Eso es todo?
-Si, nada más.
-Bueno, ¿y qué pasó?
-El campesino se sentó debajo de un árbol mirando el cielo. Era tal el espectáculo que este le brindaba, tan maravilloso que quedó sentado durante horas.
Pasó un día entero, olvidándose de comer, de dormir. El espectáculo era tan hermoso, que sucedían a las nubes el anochecer y este al alba, el rocío le inundó de minúsculos cristalitos y cuando el sol fue levantando, quedó empapado de agua límpida, como si fuera de su propio sudor. Llegó la tarde y permanecía bajo el árbol para ver qué novedad le volvería a sorprender. Así que en la hora del cénit, una Cigarra comenzó a cantar a su lado. El Campesino pareció que despertaba de un letargo y amonestando a la Cigarra le dijo: ¿Por qué cantais, querida Cigarra?, no veis que entorpeceis a la Bella Naturaleza con vuestros grititos. "¡Oh!", contestó la Cigarra, "debes valorarme mejor, la familiaridad no te lo permite, es porque me conoces de antaño y no comprendes que tanto tu como yo somos parte de esta Bella Naturaleza. Estoy aquí para ayudarte, te he de decir que tu timidez es buena, pues te protege de lo inesperado, no la temas, así también valorarás mis ruidos, como despertador del campo en siega".
El Campesino se levantó, movió la cabeza y pensó, la cigarra me ha dado una pequeña lección, pero no ha resuelto mi problema, bien saben los cielos que anhelo visitar a mi amada y vivir a su lado, pero no me atrevo, más bien me enojo hasta con ella por no poderlo conseguir. Pediré ayuda al Mago.
El Campesino visitó el Mago. Al escuchar su historia, se quedó contemplándolo en silencio durante un rato, 10 minutos, media hora, dos horas.
Por fin, le dijo detrás de tan largo silencio.
"Amigo Campesino, no teneis ningún mal, ningún daño, nada que no sea normal, solo estais sufriendo"
El Campesino no daba crédito, ¿qué le decía?, había amado y por no lograr sus deseos, había llegado a renunciar a su amada y a su mundo, sin conseguirlo. ¿Eso no era nada malo?
"Verás, le dijo el Mago, todos los humanos sufren el mismo problema, el de la inseguridad, quieres saber de antemano cómo será la vida con tu amada Costurera. Escucha tu corazón, él te lo dirá".El Campesino reflexionó un instante y ahora se encuentra en la puerta de su amada convidándola al baile y Colorín Colorado, este Cuento se ha acabado.
-¿Ya?
- Sí amigo Buho, es más, ¡vivieron felices y comieron perdices!.
-¡Imposible, no estaba escrito!
-Sí, en los Anales, donde las vacas pastan y los peces brincan, las arañas hilan y las lagartijas toman el sol.
-¡Amiga Lechuza, estais desvariando!
-Amigo Buho, mira el sol que nos asoma, taparos con el ala que es tarde y al anochecer tendremos que madrugar.
-¡SScchtt!Me estaba durmiendo y me teníais que despertar.

domingo, 6 de febrero de 2011

Cuentos del Buho y de la Lechuza. El de la humilde lavandera y el valiente guerrero.

Eran una pareja de la noche el buho y la lechuza, se pasaban las horas contemplando la luna, las estrellas, oliendo las flores y escuchando el croar de las ranas del estanque, al tiempo que se rozaban las plumas desparasitándose y acariciándose con delicadeza y hasta con frenesí. Se procuraban la cena a base de despistados ratoncillos, gusanos y otros insectos, alguna que otra fruta y granos de las mieses. Bebían en el estanque y llegados a este momento, para bajar mejor los manjares, se explicaban anécdotas o cuentos y fábulas que les entretenía hasta que el alba les adormecía en lo alto de las ramas y en el hueco de los árboles, entre las hojas.
Esta vez habló el buho y retomó un cuento viejo como el mundo y bello como las estrellas, el de la humilde lavandera y el valiente guerrero, porque se me olvidó contaros que este cuento habla de un país lejano en el tiempo, un país en el que reinaba un rey y una reina que habían usurpado el trono y por eso todos los vasallos sufrían la injusticia de sus amos.
El rey gobernaba deshorientado, proclamando la guerra a todos los paises vecinos por las más frívolas contrariedades que os podais imaginar. La reina no dejaba que nadie en palacio gozara de libertad ni para tomarse un respiro entre tarea y tarea, ni para gozar de sus familias y de sus amigos. Las fiestas de palacio solo eran una contienda de hechos y de palabras, discutiendo con más ruido, ahogando la música que ejercitaba la orquesta.
Por eso, el pueblo que vivía en casas que no podían reconstruir y con ropas que no podían remendar, la comida era más que escasa y las enfermedades surgían por doquier, suspiraba con la esperanza en un vilo de que algún milagro les salvara de una vez por todas de esa tiranía.
Como ya sabes, le dijo el buho a la lechuza, la lavandera ajena a cuanto acontecía, se dedicaba a su trabajo que no era otro que el de lavar la ropa de la misma reina, y que tenía que hacer con tanto esmero que ni una mancha no solo no se viera, si no que tampoco se adivinara ni se recordara en donde antes estuvo. Sabiendo la gran responsabilidad que tenía se afanaba con ahínco diariamente, dedicando gran parte del día a esta ingrata tarea, con la única y esperanzada recompensa de que la señora reina no se quejara en lo más mínimo.
También el valiente guerrero se ejercitaba a diario en el patio de armas por si su señor rey le llamaba para la guerra, cosa muy probable pues cada día salían soldados a luchar en todas direcciones a los paises vecinos.
El valiente guerrero y la humilde lavandera se conocían de hacía muchísimos años, pero no coincidieron en palacio desde hacía un cuarto de siglo. Por este motivo, sus aspectos habían cambiado mucho, el valiente guerrero acabó teniendo que ir a unas cuantas guerras y la lavandera no levantaba cabeza ni paraban sus manos de tanto jabón y frotar cada día.
Los días y los años habían pasado. El rey y la reina seguían gobernando sin escuchar a su pueblo y sometiéndolo sin descanso.
En todo el reino, las personas a las que más les resplandecía el alma eran la del valiente guerrero y la de la humilde lavandera, aunque sus rostros tenían algún surco que otro.
Un buen día, llegó al palacio un comunicado de un reino lejano, el cual presentaba credenciales a los reyes de nuestro cuento.
Los reyes, no quisieron escuchar, como siempre al correo amigo, así que lo secuestraron y lo amordazaron para que no explicara la verdad al pueblo, así presentaron guerra al país lejano.
La humilde lavandera al ir a recoger la ropa sucia de la reina, encontró al correo dentro de un armario, sorprendida y sin saber qué hacer, pensó que lo mejor era ir en busca del valiente guerrero que conocía de hace tantos años, ¡ojalá lo encontrara en palacio!, se dijo. El guerrero estaba en la sala de armas, limpiando su armadura.
Le explicó la humilde lavandera que había encontrado secuestrado en el armario al correo de un país lejano y que por favor, acudiera a ver de qué se trataba. El guerrero no vaciló, escuchó la noticia de buenas intenciones del guerrero y se sorprendió pues el rey había declarado la guerra también a aquel país que acudía en son de paz.
Armándose de valor, el valiente guerrero comunicó a todos los demás soldados la noticia y la lavandera a toda la servidumbre.
El resultado no tardó en llegar, por fin el pueblo se reunió en la plaza delante del palacio para reclamar sus derechos. Depusieron a esos reyes tiranos y en su lugar eligieron al valiente guerrero y a la humilde lavandera.
El país saltaba de contento y de alegría, los hombres y mujeres pudieron, a partir de ese día celebrar muchas fiestas, recorrer los paises vecinos como turistas y en todos los hogares se instalaron lavadoras.
Ahora, amig@s míos, ¡Colorín colorado, este cuento se ha acabado!.
¡Pssst..Pssst!, creo que, amigo buho, este cuento lo has contado muy deprisa, muy resumido, la historia es más larga.
¿Ah, si, amiga lechuza?, pues de ser así, volveremos otro día a contarlo de nuevo como dice ¡el cuerno de vaca, la pata de cabra, la hoja de olivo, el aire y el viento, hasta el próximo cuento!.

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