Creer o no creer

Es tan fácil creer en Dios, porque como de momento no nos impone ninguna condición por creer en Él.

Para los humanos, creer en las personas es más difícil, están al lado, tienen cara, tienen manos, hablan, piden, lloran o ríen.

Pero Dios no, que Él decimos, que sólo existe, es bueno, sufrió, nos cuida. Es tan bonito que hasta a los niños les gusta creer en Dios.

Ahora, creer en los humanos que están ahí al lado, con sus caras, con sus manos, con sus harapos, ellos no pueden ser verdad, están demasiado cerca para creer en ellos, ellos tienen un título, hambrientos, harapientos, delincuentes, malcarados, ellos, aunque sufran no tienen credibilidad porque los tenemos al lado. Son más creíbles las ONG que se implanten para Perú (por decir un lugar como otro del planeta) en BCN para los sintecho de allí, que una ONG que hubiera, si es que la hay, para Plaça de Catalunya de BCN en BCN.

Igual en Perú tenemos la suerte de que se creó una ONG para la Plaça de Catalunya de BCN.

Sé que me repito en decir que somos los humanos tan ciegos y cortos de vista que no vemos ni creemos al humano que sufre que está al lado. Este es un caradura, el del Perú un pobre hombre. Con suerte, dirán en Perú lo mismo con su hambriento y prefieren correr y venir a socorrer al de Plaça de Catalunya de BCN. Han salido los autobuses hablando de fe en Dios, pero ni los ateos ni los creyentes han hablado de la fe en las personas.