Cuando era muy joven, quería cambiar el mundo, cuando solo era joven, quería transformar mi alrededor, ahora que ya no soy tan joven, quiero conservar lo que tengo y cuando sea algo mayor, no querré que me lo arrebaten, después querré dejarlo a las personas que más quiero.

A todo esto he llegado después de comprobar que el mundo es algo en donde nos sumergimos sin darnos cuenta y según la etapa de la vida nos encontramos más o menos lejos de la orilla y por eso valoramos de diferente manera lo que nos rodea.
Aún así, creo dignas todas las etapas, lo que no encuentro tan digno es como siguen habiendo personas que quieran apropiarse de lo suyo y lo de los demás.
Cuando era muy joven pensaba que era igual, volvería a tener ocasión de reunir lo que me habían quitado. Ahora, cuando observo que me lo arrebatan, casi que pienso igual. No es muy alentador, por un lado hace parecer que poco puede quedar de mi al final de la vida para que me hereden. Espero sin embargo que no sea así. Que pueda dejar muchísima riqueza y que esta no sea solo material.

Hacer un Testamento ahora me hace pensar, qué es lo más importante en la vida y como siempre he mantenido, eso sí, lo más importante en la vida es la Vida misma.
El respeto a nosotros mismos y a los demás, el que mi libertad empieza cuando acaba la de los demás y que a veces se está mejor humilde que llena de esplendor. Pero siempre feliz, así podemos unir el esplendor que tengamos, sea el que sea y disfrutarlo con humildad y compartiéndolo.

Los avatares económicos se pueden llevar mejor cuanto más maduros seamos, en este sentido y permitan la ironía y a causa de la crisis, todos hemos madurado y mucho. Quien no lo haya hecho deberá hacerlo más adelante, la vida nos va enseñando, especialmente a tener paciencia sin renunciar a la ilusión.

No es que tenga todas conmigo, lo que más claro tengo es que el valor mayor es el del cariño, los otros pueden esperar.

Cuidarnos, amarnos, ayudarnos, creo que eso es el cariño.